24.4.08

PASCUA 2008













Hemos participado días atrás en la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. La celebración del Misterio Pascual se nos propone todos los años, como un evento mediación que quiere introducirnos en el Misterio de Dios, en su Redención y Salvación. Es el acontecimiento principal de nuestra fe. Pero el que envuelve a todos estos misterios de la acción de Dios, es la Revelación.

¿Qué mensaje de revelación quiere transmitirnos Dios Padre con la muerte de su Hijo en la cruz?. ¿Cómo se nos manifiesta Dios en estos últimos momentos de la vida de su Hijo? ¿Qué significado podemos atribuir a los acontecimientos que nos transmiten los evangelistas?

Con la muerte de Jesús en la cruz, nos dice el evangelista que el velo del templo se rasgó en dos y ese ámbito sagrado, “el lugar santo entre los santos”, quedó abierto. Cuando Jesús fue crucificado hubo una oscuridad sobrenatural que cubrió la tierra y “en ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo”. (Mt 27, 51) El velo que separaba a Dios del hombre había sido removido por el sacrificio que hizo Jesús dando su vida y se reveló la misericordia de Dios.

Este velo que colgaba como cortina, estaba en el templo para mantener a los pecadores fuera del sancta santorum; simbolizaba la separación del hombre pecador de la presencia santa de Dios. Se rasgó, abriéndose totalmente. Sucedió exactamente en el momento en que Cristo murió.

“Por lo tanto hermanos, tenemos plena seguridad de que podemos entrar en el santuario por la sangre de Jesús, siguiendo el camino nuevo y viviente que él nos abrió a través del velo del templo, que es su carne”. (Hb 10, 19-20)

El autor de la carta a los Hebreos habla del "velo de su carne" que se refiere al cuerpo de Jesús ofrecido como ofrenda a Dios. Con su muerte, con la apertura de su costado y el derramamiento de la sangre, el camino del acercamiento a Dios ha sido abierto por Jesús. El cuerpo de Cristo tuvo que ser rasgado, para abrir al hombre el camino a la presencia de Dios. Y esa abertura es simbolizada por el evangelista en el Corazón traspasado de Jesús.

La muerte de Jesús en la cruz y su Corazón abierto son la revelación del amor del Padre, nos muestran la naturaleza del Padre: este amor es Él. Efectivamente, es el Verbo del Padre quien asume la naturaleza humana para revelar al hombre el espíritu del Padre: Dios es amor, misericordia.

Y esta verdad se le desvela al hombre a través del Hijo, Verbo de Dios. Por eso la misericordia tiene un nombre en la historia: Jesucristo. Y ese nombre tiene un rostro, el rostro de Dios, su corazón, el Corazón de Jesús.

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